La Fotografía de Nicolás Viñuales I
Contexto General
Nicolás Viñuales cultivó un intensa relación con la fotografía desde su juventud hasta su fallecimiento en 1927. La primera fotografía conservada y fechada del Archivo se remonta al 4 de julio de 1905, y corresponde a una vista del "Puente de Villacantal".
Apenas debió conocer las antiguas técnicas del daguerrotipo, pero es muy probable que conociera otras como el colodión, aunque será el gelatino bromuro la técnica que emplerá desde el inicio para colmar sus anhelos artísticos vitales. Este temprano interés convergerá más adelante con otras de sus grandes aficiones: el excursionismo y los viajes. Su confluencia permitió incorporar nuevos horizontes a su obra fotográfica inicialmente local, en una suerte de prototurismo fotográfico.
La aparición del gelatino-bromuro y de cámaras con obturadores automáticos con aperturas de hasta 1/1000 segundos, permitió al joven fotógrafo iniciarse en el arte de la fotografía sin el engorro de técnicas como el colodión que exigían pesados equipos y aperturas manuales y tiempos de exposición interminables. Le permite fotografiar tanto a la sociedad burguesa oscense como sus edificios, sus adelantos técnicos y actos sociales. Y transportar un equipo ligero en sus excursiones por la provincia y más allá, inmortalizando tareas en el campo, escenas de caza o bellos paisajes. En sus manos la fotografía se convierte en documento, en testimonio de una época.
La notable calidad de sus fotografías resiste la comparación con las de los profesionales de la época, comercializadas a través de postales o libros ilustrados. Algunos premios en concursos nacionales e internacionales dan fe de ello.
La Comunicación Visual
El hecho fotográfico nunca ha sido plenamente inocente, tampoco en los albores del siglo XX. La fotografía ha provocado o, al menos, ha sido coprotagonista de los cambios de visión del mundo operados en la sociedad moderna. La nueva técnica descriptiva ha sido testigo de los cambios históricos del siglo, pero también ha conformado una memoria gráfica creadora de una visión gráfica del mundo, algo que ya en el siglo XXI ha alcanzado el paroxismo, hasta el punto de que si algo no está en las imágenes, no existe.
Ante la labor de un fotógrafo de la talla ― en calidad y cantidad ― de Viñuales, interesa hacerse algunas preguntas que nos ayuden a comprender su obra. Preguntas como ¿qué quería decir con sus fotografías? ¿A quién? Y, a continuación, más de cien años después, ¿qué nos ha llegado de su obra, qué sentimientos nos provoca?
A la primera cuestión podemos aproximarnos con la consideración general de que desde un punto de vista estilístico en la fotografía de los comienzos del siglo, y también muchos años después, primaba el valor documental sobre cualquier pretensión artística. Salvo contadas iniciativas individuales ― como ejemplo quizá algunas placas de Viñuales con ejercicios de estilo como bodegones o juegos de luces y sombras ― no encontramos corrientes o escuelas fotográficas dignas de tal nombre. La fotografía de principio de siglo es por tanto principalmente descriptiva, registral, aunque con una evidente carga estética. Viñuales nos muestra la sociedad oscense con su pavoneo de nuevos ricos, su disfrute de las nuevas tecnologías, los veraneos en la costa cantábrica, la caza, las excursiones a las montañas, su vida como clase. Él mismo participa de ella y disfruta inmortalizándola. Y como contrapunto nos descubre la vida en el campo, las ferias de ganado, las tradiciones y las bellas estampas de pueblos y paisajes. Pero a todo ello trata de aproximarse con calidad estética, con encuadres precisos, luces y sombras sugerentes y composiciones admirables.
El público objetivo de sus fotografías es la propia sociedad “moderna” y burguesa representada en su obra, que se convierte así en sujeto y espectador de la representación. Cada hombre o mujer, joven o niño retratado por Viñuales siente el deseo de poseer la prueba de su pertenencia de clase, poder admirarla y hacerla pública. Los retratos se cuelgan en los salones privados, en los comedores familiares o en los despachos independientes como prueba testifical.